lunes, 14 de diciembre de 2020

NUEVO DESORDEN MUNDIAL

 

        Me he comprado unas botas planas, tengo ordenado el cajón de los calcetines y me he tirado al monte. Si esto no son señales del Apocalipsis, ya no sé qué criterios manejáis.

        Mis amigas, ciegas ellas a tanta desazón, dicen que un tacón de 8 centímetros no tiene la consideración de “plano”. Y claro que sí. Estoy tan concienciada de ello que el martes, que iba con mis botas y mis pantalones verde militar, me quedé encerrada con un señor en el ascensor de la oficina y le dije: “Si está usted preocupado por si, cuando podamos salir de aquí, se haya acabado el mundo y vivamos en una invasión zombi, yo le protejo. Voy vestida para ello. Es la primera vez que podría organizar La Resistencia sin tener que pasar por casa a cambiarme.” El señor me contestó: “Lo grave es que, otro año, sólo estaría preocupado por estar encerrado con la loca del edificio. En el 2020, casi que aprecio el ofrecimiento, por si acaso...” (Bonus track: Yo.- “Loca pero mona” Él.- “Monísma”...... Yo.- “Si tiene sed, llevo un RedBull de coco en el bolso” Él.- “No me extraña nada ya”...)

        Lo del campo es aún más evidente: he subido al Cau (monte ilicitano, para los de fuera), hasta una antena, y por la parte vertical. Mi cuñado, que es mala influencia. Os he de decir que mi nuevo reloj estaba preocupadísimo por mí. Cómo no llevaría los índices de actividad que me salió un aviso: “¡¡¡¡¿¿¿¿Dónde vas, loca????!!!!”... Lo ignoré porque la falta de confianza me dolió. Un “¿Te pido una ambulancia?”, se repitió dos veces la siguiente media hora. Contra todo pronóstico, hice la ruta prevista. Mi cuñado me indicó que su reloj le decía que necesitaría una hora de recuperación. Mi reloj: 19 días y 500 noches. Simpático que es.

        Yo no estoy aprovechando este año catastrófico para hacerme mejor persona. De hecho, ni mejor ni peor, en lo que sí me estoy convirtiendo es en menos persona: mi espectro de decisiones se ha visto tan reducido, tengo tantas normas conductuales, tantas acciones instintivas que debo frenar (que todos debemos frenar) que no me queda margen para ser yo... ahora soy previsible. Ya no nos miramos; sonreímos y no es evidente (sí, sí, lo de leer los ojos y todo eso está fenomenal pero mis dioptrías y yo vivimos en otra realidad en la que los matices se nos escapan). Y nadie oye, imaginaos ya escuchar. Toda la vida, mis hijos me han mirado con sospecha cuando me quitaba las lentillas y les decía “si no veo, no oigo”, porque una parte importante de la conversación es el gesto, la lectura inconsciente de labios... Y, aunque debería estar feliz de que el Mundo me haya dado la razón, me entristece esta pérdida de comunicación, esta sensación de que hay quien ha decidido que, para lo que hay que oír, no le vale la pena el empeño. No nos podemos tocar, casi no nos reconocemos, escucharnos es un esfuerzo... ¿Que vamos a salir mejores? Pues ya se puede dar prisa el 2020 porque no veo yo que, en dos semanas, recupere mi bonanza del 2019 y la aumente.

    Como lo del crecimiento personal no está funcionando, me voy a dedicar a ser canalla. Si no puedo mejorar, voy a empeorar pero con conocimiento de causa. A propósito. Una virtuosa de la maldad. Voy a reinterpretar todos lo pecados capitales y a practicarlos. He empezado con la Gula: con la excusa de hacer gasto a mis hosteleros del alma, los del CSI se harían un lio con mis últimas cenas: igual hay huevo de Oca con trufa, que patatas fritas de bolsa y cacahuetes, que ramen japonés. La Soberbia la tengo dominada: no hay halago a la altura de mi vanidad, me dicen que me ven guapa yendo con mascarilla y gorro y me lo creo. La Avaricia me la han dado en bandeja: esta Nochevieja no me compro lentejuelas y atesoro el dinerito. La Envidia viene de la mano de la Gula: codicio la genética de los que comen sin engordar... La Lujuria me da Pereza, así que dos pájaros de un tiro. Y la Ira la reservo para los zombies...

    Y me he inventado un octavo Pecado Capital, la “Mosca Cojonera” (זבוב כוסות, en hebreo para los puristas) y lo voy a pulir a vuestra costa: cada semana voy a contaros, en un post simplón, mis cuitas en este Nuevo Desorden Mundial. Queráis o no. A este nivel de vileza estoy llegando.



lunes, 19 de octubre de 2020

XXXXX (L para los tiquismiquis)


          Los del 70 somos tan chulos que este año salimos de dos cuarentenas. Y esto solo podemos decirlo nosotros y los nacidos en 1868, que se encontraron con la gripe española, lo cual debería sorprenderos mucho más que esos eclipses y cometas que pasan una vez cada 100 años pero que hay uno cada semana. A la calle tendríais que salir a admirarnos. 

        Hoy cumplo 50 años. Llevo cinco preparando la fiesta para celebrarlo, prometí a todo el mundo que esa celebración sería carne de Telediario y resulta que la tengo que hacer por tandas, como las magdalenas (que es como estaría yo hoy, como la Magdalena, si no temiera que se me hincharan los ojos para las fotos). Voy a hacer de mi capa un sayo (con lentejuelas, por supuesto) y compartir mi experiencia con vosotros: como siempre digo, yo hago “listos” (a esos les pongo nombre, Hugo y Ariel) pero también listas que, para que no se me pongan celosas, las nombro igualmente y ésta se llama

¨DECÁLOGO DE CONVICCIONES QUE ME HA    LLEVADO MEDIO SIGLO ADMITIR”. 

          1.- “Usar la misma talla” que hace 20 años y “embutirte en la misma talla” que usabas hace 20 años no es lo mismo, pero el matiz es tan minúsculo que me vale (este punto no admite discusión… ¡¡he dicho que es un matiz insignificante y es un matiz insignificante!!). 

          2.- Mentir sobre la edad es esencial para la autoestima: tienes que añadirte 3 o 4 años para que te digan que no los aparentas. 

           3.- Envejecer con dignidad está sobrevalorado. Si te quejas lo suficiente, acabarán recomendándote un buen guapólogo que luchará contra la gravedad por ti. Eso sí es un superhéroe y no Batman. 

          4.- Cuando ignoras algo puedes decir “lo sabía pero se me ha olvidado” y todos te creen. “Eso es la edad”, te justifican… y qué queréis: prefiero ser mayor que ignorante.

          5.- La gente que era gilipollas a los 25, tiene muchas probabilidades de seguir siendo gilipollas a los 50. La edad no te mejora si tú no has querido mejorar. 

          6.- No, no es que con la sabiduría de la edad hayas decidido conscientemente sacar de tu vida a los gilipollas anteriores. Es que ellos te consideran a ti igual de gilipollas y os estáis evitando mutuamente (y por instinto, no te apuntes el mérito). 

          7.- Los amigos son los que son y otros de los que no te acuerdas.

          8.- Hacer lo que no ha hecho nunca nadie no siempre es original. La mayoría de las veces no lo ha hecho nadie porque es una estupidez. 

          9.- Si tienes que aprender cosas nuevas y vas muy lento asimilando conceptos, no desesperes, no eres tonto. Es complicado biológicamente porque, como dice mi amiga Teye, el cuerpo, a partir de los 45, ha entrado en fase de retener líquidos, no ideas.

          10.- La relación con tus hijos, cuando es, es mejor aunque la mayoría del tiempo no es. Ni llaman. Pero ahora puedes vilipendiarles un poquito, que tú te has hecho mayor pero ellos también. Y eso endurece. Que maduren. 

          Una de mis experiencias más divertidas fue el año pasado, cuando mi hijo mayor me llamó para que fuera a Madrid y pasar el finde juntos. Reservé un hotel por la ubicación y no miré nada más. Al llegar, resultó ser un hotel gay pero “heterofriendly”. En recepción, le indiqué al muchachito que mi hijo llegaría más tarde. El muy bendito me dijo: “¡Ay, lo siento, pero no admitimos menores en este hotel!”, obviamente, le dije que se acababa de convertir en mi persona favorita. Al subir a la habitación, exquisita, por cierto, llamé a Hugo y le dije: “Cariño, estamos en una habitación muy porno, llena de negro, neón y encaje, preciosa pero porno. Eso sí, cuando muera, quiero que traslades mi cuerpo a este baño porque la última foto de mi vida tiene que ser aquí: es una maravilla. Dile al del CSI que saque todos los ángulos”. Después de llegar Hugo, tras volver ambos de hacer compras (para el niño, que me ha salido sibarita) y justo antes de irnos a cenar, nos avisaron que teníamos una copa de bienvenida en la terraza. Allí estaba yo: divina y un poco pendón por optimista: creí que me vendría bien un vestido que nunca me ha venido bien y mostraba más escote del debido (¿por qué las chicas siempre creemos que ropa que no nos ponemos, por buenos motivos, en nuestra ciudad nos va quedar divina cuando salimos de viaje? Aprended de mí y grabaos esto: la latitud no influye en nuestro cuerpo). Mi hijo y yo estábamos disfrutando de la copa y el ambiente hasta que el camarero, otro bendito, me pregunta: “¿Desde cuando os conocéis?” Así que no tuve más remedio que contestarle: “¡Ojalá fuera mi gigoló, porque me saldría la hora con él mucho más barata… Pero es mi hijo”… Todo esto hace 10 años habría resultado raro y seguramente ilegal… 

         Jacinto Benavente dijo una vez (o más veces, que igual él también se repetía como el resto de los mortales): “Cuando acaba la edad de las locuras, empieza la edad de las tonterías”. Así que vamos a hacer caso al sabio y a hacer el tonto porque el tiempo que perdemos riendo, no es tiempo perdido.

viernes, 29 de mayo de 2020

MI RELATO RELATIVO


                  Siendo pequeña, le pregunté a mi abuela quién era más guapa, si Ava Gardner o Grace Kelly. Mi abuela me contestó que eso era muy relativo porque eran dos tipos de belleza muy diferentes. Yo asimilé la lección y, al rato, le dije: “Entonces no se puede asegurar si es más guapa Gracita Morales o Marisol, ¿no?, porque son bellezas muy diferentes.” Mi abuela me miró y me aclaró: “Cris, todo es relativo, pero no tanto…”.

               Y me lo dijo con cariño, yo os lo digo más cabreada que una mona. Se ha llenado Twitter de frases del estilo: ¨Los políticos españoles no están a la altura de las circunstancias”. Pues mira, eso es una gilipollez. Especifiquemos qué políticos. Comparar a Macarena Olona, Cayetana Álvarez de Toledo, José Luís Almeida, Margarita Robles, Nadia Calviño, Isabel Ayuso, Iván de los Monteros y Abascal con Sánchez, Iglesias, Illa, Ábalos, Marlasca (el “Grande” lo ha perdido), Monedero, Montero (x 2, que lo malo abunda), Calvo, Isa Serra y Echenique (el único discapacitado en el mundo que no genera ni un poco de empatía, por algo será), es una falacia, un absurdo. Y dejo fuera a Errejón porque hoy ha decidido que una solución a los despidos por el cierre de Nissan es nacionalizar la compañía (japonesa, ¡ay, que me parto!) y merece categoría propia o mucha ternura que igual ha visto en esta cuarentena la Fábrica de Chocolate y se ha creído que te puede tocar una empresa si sacas un papelito dorado en un Huesitos.

               No es cuestión de siglas políticas, es cuestión de personas. Sánchez no es un sociópata vanidoso y mentiroso (no sé si eso es una redundancia) por pertenecer al PSOE e Iglesias no es un irracional macarra cobarde (creo que vuelvo a la redundancia) por ser el dirigente de PODEMOS. Ambos serian lo mismo si se dedicaran a la cría de nutrias. Lo que sí es cuestión de sendos partidos y, por ende, responsabilidad de los mismos, es la falta de crítica al abuso y a la incoherencia, la cobardía de no dar un paso adelante y defender unos principios (con los que podré estar o no de acuerdo) que sus presidentes están enfangando y dejando sin contenido. ¿Me vas a comparar tú a Felipe González, Rubalcaba, Múgica con Ábalos, Sánchez o Zapatero? 

               Otra cosa que decía mi abuela (la pobre era como yo y no paraba de hablar) es que somos lo que hacemos, no lo que decimos. Esta gente que nos gobierna hace canalladas. Son unos canallas. Son confusos, manipuladores y peligrosos. Hoy Iván de los Monteros se ha ido de la Comisión de Reconstrucción porque un vicepresidente SEGUNDO (pongo el cargo en minúsculas porque él es pequeño y mísero; y pongo lo de “segundo” en mayúsculas porque debe fastidiarle muchísimo a su ego desproporcionado ese escalón en la escala del poder) ha acusado de un delito a su formación y, posteriormente, le ha venido a decir que no lo cometían por cobardes. Él llamando cobardes a otros… y luego, envalentonado por el camarilla que tenía al lado, aún ha hecho ostentación de la gran indignidad que le caracteriza queriendo humillar al que se retira. Y que nadie dude de que esa retirada ha sido un alarde de gallardía y de estar a la altura del cargo que ocupaba el Sr. De los Monteros, porque soy yo y le doy un sopapo. No hay insulto a la altura de mi desprecio. Me veo carne de reality por este mequetrefe. 

              No suelo hablar de política en este Blog. A lo largo de mi vida siempre he votado a PP, alguna vez a Ciudadanos y, a nivel local, incluso al PSOE (por las personas, como os digo). Nunca he votado a Vox pero no descarto hacerlo en un futuro. Mis ideas fluyen y varían y se enriquecen, nada es inmutable y eso es algo que atesoro porque no me hace esclava de los argumentos de otros. A mis casi 50 años me han llamado facha por decir que la igualdad en la miseria no es igualdad, es una putada. Obviamente, el agravio dice más de quien lo alega que de mí. Yo nací al final de la dictadura pero no recuerdo más que vivir en democracia, con el único temor de que hubiera un atentado etarra cerca (y lo hubo); jamás he preguntado a mis amigos de qué partido son (me sigue dando igual); siempre he creído que mi opinión, la inversa y la de Platón valen lo mismo mientras no se demuestre lo contrario. Y este Blog es mi opinión, sujeta a cambios, a errores pero también a unos valores que son los míos. Podéis estar o no de acuerdo con lo que digo pero no es relevante. En mi realidad, Olona y Álvarez de Toledo me parecen extraordinarias (son mi Ava Gardner y mi Grace Kelly), estoy locamente enamorada de Almeida, en cualquier competición querría a Iván de los Monteros y a Abascal en mi equipo (porque van de frente y tienen honor), le daría un achuchón a Robles y a Calviño por lo que están aguantando y a Ayuso por el nivel de resistencia demostrado y hasta les haría guacamole que es lo único que sé cocinar (o mezclar). 

               Mi hermana me ha advertido de que puedo perder amigos por este post pero voy a correr riesgos. Eso sí, a partir de la semana que viene, volveré al estilo de mis orígenes, básicamente porque tengo conmigo a mis hijos y necesito vengarme del vacile al que me someten. Lo llevamos en la sangre. Os doy una prueba: una vez, tratando de convencer a Ariel para que se viniese a cenar conmigo, ya que él insistía en quedarse en casa porque le dolía un poco la cabeza, le dije: “Entonces, ¿te vienes o no?”. Bastante harto de mí, me contestó con un contundente “¡NO!”. En un alarde de optimismo maternal, aún lo tanteé: “Cariño, ¿es tu última palabra?”. Él me miró con toda la tranquilidad del mundo y me replicó: “No, planeo seguir hablando a lo largo de mi vida…”. Y de tal palo, tal astilla. Yo tampoco tengo pensado callarme.


P.D.: ¡Quiero listas abiertas ya!





martes, 12 de mayo de 2020

DESESCALABRAR


Mi hermana dice que me va a regalar un ónice para que atraiga a la Fortuna. Yo le he dicho que la única piedrecita que me puede dar suerte es una lo suficientemente grande como  para lanzársela a la cabeza de alguno y que le haga daño.
A mí este confinamiento me está dejando los ojos preciosos: leo y escucho tantas sandeces a lo largo del día que parpadeo intensamente de puro asombro y los tengo superbrillantes de tan limpios. Acaba de llegarme una frase (de alguien a quien admiro y admiraré, que sé de su buena intención) que dice “Los caminos difíciles conducen a destinos hermosos”. O a un barranco. O a un pino putrefacto. O a un enjambre de avispas. Vete tú a saber. A mi bar favorito lleva un puente precioso con una vista espectacular, así, a lo loco, sin sufrimientos. Mirad, entiendo que la gente necesite impulsos positivos pero no pasa nada si nos vamos preparando para una realidad complicada en lugar de creer que nos espera a medio plazo un futuro perfecto de exuberantes vergeles (mi paraíso es más de calles comerciales pero metafóricamente no queda igual de bien). Nos venden eso de “Nueva Normalidad”. ¨Nueva normalidad” me parece nombre de secta... Incluso en el BOE hablan de “Nueva Normalidad”, como si fuera algo concreto con características específicas a lo que hay que aspirar. Creo que antes de poner nombre a lo que nos espera deberíamos saber dónde estamos y, de momento, ese concepto depende de la hora a la que te lo plantees: por la mañana, mascarillas sí; por la tarde, mascarillas no; a las 20.00 horas, todos a la calle con tranquilidad; a las 23.00, a casa, que el virus es golfo; ahora tenemos los expertos más preparados para sacarnos de esto; luego, no digo quiénes son porque no aguantarían presiones en Twitter (preparados pero pusilánimes)… Ya no es sólo que sea rubia, es que me lo ponen muy complicado.
Cada día, en algún momento, estoy a un pensamiento de entrar en shock, de bloquearme. Cada día creo, como leí una vez, que “vamos a la guerra con quienes elegimos (eligieron, más bien) para irnos de fiesta”. Cada día me asombro de la incapacidad de este Gobierno infantil, ignorante y soberbio y de la capacidad de los ciudadanos para poner ideologías por encima del sentido común. Y de lo que de verdad necesitamos ser capaces es de actuar con lógica porque este “par de dos” que nos gobierna son unos absurdos, unos ególatras mentirosos, acomplejados y envidiosos a los que palabras como valores, resiliencia, humildad, superación y excelencia les son ajenas. No tienen ni puta idea de qué hacer y les falta categoría moral para rodearse de mejores que ellos. Nos dicen que hay que llamar extrema derecha a todo aquel que no piense como ellos, que somos fachas y les hemos reímos las gracias como si fueran adolescentes rebeldes, subestimando el poder del caos y el analfabetismo y aquí estamos, con un Presidente y un Vicepresidente sometidos únicamente a las normas de la Ley L´Oreal (porque yo lo valgo) y a las de la Ley del Mínimo Esfuerzo, escogiendo como Ministro de Sanidad a un Licenciado en Filosofía (que no filósofo) que se saltó la clase donde se explicaba el ¨Sólo sé que no sé nada”, y no se da cuenta de  lo inteligente que es solicitar la asistencia de personalidades expertas en cada campo cuando desconocemos las respuestas, pero esta gentuza detesta a quienes demuestran ser eficientes porque siempre saldrán perdiendo en la comparación. Viven de títulos, de cargos, de hablar en tercera persona y de poner voces de curita blando para decir sandeces buenistas. Y, con tanto mensaje creativo y edulcorado, salimos relajados sin darnos cuenta de que no se ha avanzado nada, no sabemos nada del comportamiento del virus y, ante tal desconocimiento, lo único sensato que podemos hacer es prepararnos para lo peor, para que el único riesgo que corramos sea el de tener que alegrarnos por ser unos exagerados.
Ser confiados ahora es un lujo que no nos podemos permitir. Hay que salir y hay que abrir negocios y hay que ser excepcionalmente juiciosos. Es nuestra Santísima Trinidad. Salvar la economía es tan importante como preservar la salud. Hasta ahora, la Salud ha sido materia urgente, la Economía importante. A partir de ahora, ambas son urgentes, así que espabilad y mirad con ojos realistas lo que tenemos (no lo que nos viene, lo que YA tenemos aquí) y actuad en consecuencia. Nos dirigen malas personas y malos políticos, cuestionaos cada permiso que nos conceden y sed más prudentes que ellos, preguntaos por cada obligación que nos imponen y actuad en consecuencia. No es una ¨desescalada", como si hubiéramos llegado a la cumbre de algo en un hito de superación y el descenso sea lo más fácil. Es un desconfinamiento gradual y aleatorio, sin orden ni concierto. En todo caso, una "desescalabrada" del tortazo que nos vamos a dar.
Ariel, que va despistado en su mundo académico, me pregunta esta mañana: "¿Qué quiere decir “deprimido por suerte?". Una, que quiere dar respuestas correctas porque ya que mis hijos no me ven guapa, que me crean lista (sí, es mi segunda opción), le digo: “A ver, Ari, ¿en qué contexto?”. Me contesta con paciencia: “Pues lo acaban de decir en la emisora que estás escuchando”… Sin saber si reír o llorar, le aclaré:“Ariel, amor, ha dicho deprimido por su ERTE”. Así estamos, “Deprimidos por Suerte”, y el gobierno pretendiendo que le demos las gracias porque podríamos estar deprimidos, pero sin "su-erte"…



lunes, 20 de abril de 2020

www.ondacero.es/emisoras/comunidad-valenciana/elche/audios-podcast/opinion/femenino_201903085c822d3d0cf247bf2e029865.html

INRI-CRECIMIENTO PERSONAL


Mi “crecimiento personal” en esta pandemia ronda los dos kilos. Mi hermana, mi amiga Ángela, mi amiga Maite y mi amiga Isantón han hecho “aleluyas” para colgar en los balcones, palmas blancas de papel, arroz con costra, rollitos, pan, videos animando, performances varias, han aprendido a editar videos, a usa Tik-Tok, a hacer montajes fotográficos… Yo he descubierto que si ignoras a las pelusas, ellas te ignoran a ti y podemos convivir. Y ya está. Nada más.  
No estoy aprovechando este confinamiento para nada bueno. Ya os lo digo. No os llevéis a engaño. 

Os voy a confesar que la primera semana, cuando se decide salir a aplaudir a los balcones (bueno, se aplaude “EN” los balcones, no a ellos), me emocioné. Yo he nacido para aplaudir y era lo mío. ¡Y qué majos los DJs de fachada (nunca mejor dicho)! Y la poli con las sirenas (que ya veremos el problemón que tendremos cuando pase esto, haya una emergencia, pasen los servicios de urgencia con su estridencia y, en lugar de apartarnos, les jaleemos porque es a lo que nos habremos acostumbrado)… Tres días me duró el entusiasmo. El cuarto, estaba viendo una serie de televisión y un señor, en pleno lago de Winconsin, sale de una cabaña y da un portazo gritando: “Me voy, no te soporto”. Y yo me quedo pensando: “¿Dónde va este loco insolidario? ¡Menuda multa le van a poner! Ahí sólo hay arbolitos, ni farmacia ni supermercado ni un mal estanco. Claro que siempre puede decir que va al estanque y que había entendido mal”. Cuando me di cuenta de que había interiorizado tanto la situación, se lo comenté  a una amiga y me dijo: “Eso se llama resiliencia” ¡Ja! Eso se llama ser borrego en mi mundo. Los aplausos, los Djs y las sirenas me habían abducido. Esta pandemia no es una prueba que nos pone el Destino, ni una venganza de la Madre Tierra, ni una oportunidad de nada: es una putada. Y crea ansiedad y preocupación y rabia ante la falta de honestidad de quienes nos tienen que sacar de ella, que no reconocen su desconocimiento (convertido ya en ignorancia e incompetencia) y no acuden a los mejores, no piden ayuda. No hay honor, ni pudor, ni excelencia, ni humildad, ni sentido crítico en la gestión, usan el lenguaje de forma torticera para no decir nada, son Góngoras de mercadillo. Pero la mayor traición, lo que hace que pierdan la humanidad es convertir a los fallecidos en números. Cada día, solo en España, es como si se cayera un avión. Cada semana, un atentado del 11-S. Imaginaos cómo reaccionaríamos si ese fuera el motivo de tantas muertes. Y todos los que se van, todos, son valiosos subjetivamente; otros, además, lo son objetivamente: médicos de los que dependen pacientes, enfermeros, policías, militares y profesionales de muy distintas ramas que protegen, amparan y consuelan, mentes preclaras que son insustituibles y cuya ausencia provoca, como la famosa mariposa que bate sus alas en Asia (mira tú que bien traído), daños colaterales importantísimos.

Hay gente que cuenta que esta situación le está sirviendo para darse cuenta de lo felices que eran antes y que ya no van a quejarse. Yo les digo que usen estos días para bordarlo en un cojín, porque se les va a olvidar. Dentro de un año, creerán que todo fueron aplausos y oportunidades y no es así. Como yo no sé bordar, para que no se me olvide estar en guardia cuando adquiera de nuevo una rutina cómoda (en una guardia sana y no paralizante, pero en guardia), estoy creando recuerdos y los más bonitos y entrañables vienen gracias a una asociación “Voluntarios CODVID”, cuya dirección es https://instabio.cc/20419rs7dh3, y su Twitter @VCodvid. Y os insto a todos a que donéis tiempo, dinero, alimentos. Es cercana y es real. Es palpable porque a veces ejecutas tú la acción. Cinco euros, diez euros, un euro, es un mundo. No te reconcilia con tanta pérdida pero te hace sentir útil. Es puro egoísmo por mi parte. 

Hay muchas formas de enfrentar esta crisis: enfadados, sumisos, acelerados, pasivos, luchadores, solidarios, egoístas, tristes, realistas, positivos… Yo confieso que cada día las practico todas. No estoy loca, es que estoy como el detergente en cápsulas: “concentrá” y cada 24 horas es una vida. Mi superficialidad proverbial de rubia por elección está un poco despistada (como no puedo ir a la pelu, el tinte no me cala y las neuronas están sanando) pero no pierde su esencia. Sólo un día flaqueé y salí a la calle sin maquillar. Dio la casualidad de que, doblando una esquina, una adolescente con perro, que iba hablando por el móvil (la chica, no el chucho), tropezó conmigo. Tras el “perdón, perdón” mutuo, oigo como le comenta a quien tuviera al teléfono: “¡Jo, tía, que mal rollo. Acabo de chocarme con una persona de riesgo!”. Esa no sabe que el verdadero riesgo lo corrió ella, que casi la mato. Así que ya no me descuido y si hay que ponerse taconazos para un webinar, pues se ponen, que a mi eso me empodera y la voz me sale más grave. Y si en videoaperitivo con tus amigas tienes que ir al baño y les dices: “Aguantadme la cerveza que ahora vuelvo”, convencida de que hay que vigilarla en el salón de tu casa, pues se dice, que las buenas costumbres no hay que perderlas.

Yo siempre he sabido que era afortunada (lo que no me quita mis momentitos de Drama Queen, por supuesto) y, en medio de este caos, sé que sigo siéndolo. Por mil cosas: por salud y por expectativas, inciertas pero prometedoras. Y, hablando del devenir, ayer, en un arrebato de aburrimiento, le revelé a Ariel: “Cariño, te he leído las cartas y sé tu futuro”. Él me miró como si estuviera loca y me contestó: “Eso es imposible”. En lugar de ofenderme por la duda, le comenté, como de pasada: “Vale, si es cierto, tendrás que cenar conmigo mañana por la noche y hablarme de tu vida. Si no es cierto, prometo no hacer cosas de madre como insistir en que lleves un horario razonable”. Tras mirarme con sospecha, asintió. Y yo, con toda la tranquilidad del mundo le informé: “A lo largo de esta semana recibirás la nueva tarjeta. El Banco te está muy agradecido por la confianza que depositas en ellos”… Así que ya os dejo, que esta noche tengo cita y he de ponerme guapa.

P.D.: Ana, Encarni, Isantón (me salvaste el título), Maribel, Mónica, Rosana, ¿quién nos iba a decir que este año íbamos a salir de dos cuarentenas? Las del 70 vamos por libre, rompiendo clichés… Ángela, Maite, Virtu, Marí, seréis Setenteras de Honor. Gracias, gracias, gracias: con vosotras todo es mucho más interesante.

  Conchi, mil gracias también a ti: siempre encuentras las mejores fotos y frases!!