viernes, 23 de mayo de 2014

Al defecto...con afecto.


         Ayer fui a una parada de taxis y estaba vacía, así que me dirigí a la más cercana y, de camino, pensé que en esta ciudad nunca los paras por la calle: o llamas a radio-taxi o vas a buscarlo tú y me fastidiaba bastante. En eso, ¡oh, sorpresa!, que veo uno por el rabillo del ojo y lo llamó con grandes aspavientos y agradeciendo lo afortunada que soy ya que me basta desear algo para que el Destino lo ponga en mi camino. Se me acerca y me asomo a la ventanilla, para indicarle dónde tenía que llevarme.  Veo no a uno, sino a dos taxistas. Pienso: “Mira, que bien: Ya hacen como los camioneros y llevan refuerzo para turnarse...”. Con mi mejor sonrisa,  les pregunto: “¿Está libre?”. El que conduce me interroga: “¿Qué ha pasado?”. Yo le contesto, rumiando que era un poco cotilla: “Pues que se me ha roto el coche. Me dejé las luces encendida y ha muerto la batería”. Me señala,  desconcertado: “No la entiendo”. Y yo, más que mosqueada ya, le digo: “A ver, usted va todo el día en coche y lo tendrá muy calculado pero yo soy despistada y, a veces, me pasa. Es mi culpa, lo confieso. ¿Van a llevarme o no?.”. El acompañante me replica, muerto de risa: “Señorita, hasta donde yo sé, el asesinato de una batería no es delito. ¿Por qué nos la vamos a llevar?”. Me separo de la ventanilla, miro el coche, enfoco mis lentillas y caigo en la cuenta de que ¡¡¡he parado un coche de Policía!!!… He de decir que, al explicarles mi confusión, se ofrecieron (y lo hicieron) a llevarme a mi destino puesto que “es usted un peligro público y debemos tenerla controlada”… Mi despiste está alcanzando cotas preocupantes...

         Yo no soy graciosa, ni atrevida y mi sentido del ridículo es superlativo lo cual me impide hacer el payaso con estilo, así que debo canalizar mis defectos para no perderme en la gama de grises y pasar desapercibida. Y tengo mucho que canalizar: soy despistada, impuntual, presumida, tímida, impaciente… Muchos diréis que lo mejor es superar esas fallas y es muy loable el empeño, salvo si otro de tus defectos es la falta de constancia. Cada uno hace lo que puede con los instrumentos que tiene y nadie va a conseguir que me sienta culpable por disfrutar de mis imperfecciones. Vale, mi despiste hizo que la Poli me catalogara de “peligro público” pero a mí me resultó gratis el transporte... Sacarle partido a nuestros errores y minimizarlos nos va a hacer mucho más felices que pretender eliminarlos o, lo que es peor, ocultarlos y una forma infalible de conseguirlo es reírnos de ellos, sin pudor y haciendo ostentación. Eso les da una connotación que los hace perdonables. Cuando los reconoces con gracia, dejas sin argumentos al inquisidor.

         La falta de humor, la falta de modestia y el defender lo indefendible es lo que convierte el defecto en vicio, al impaciente en ansioso, al libertino en degenerado, al remolón en vago, al presumido en pedante. Hace poquito, Hugo se quejaba de una niña muy vanidosa con quien tenía que tratar. “Yo también lo soy”, le hice saber. “Ya, mamá, pero hay matices: tú pareces un Pavo Real: eres rara, tienes algunas plumas bonitas y, de vez en cuando, las sacas y quieres que todos las vean pero, en tu estado normal, sabes que eres una pava que presume de ser presumida. Ella tiene complejo de Abeja: se cree Reina y no es más que un bicho”.

         Así que os aconsejo que no os avergoncéis por equivocaros, no os agobiéis por tener rasgos de carácter irritantes: mejoradlos y convertidlos en anécdota pero no los eliminéis del todo porque ese toque de incorrección os hace más interesantes. Todo tiene su efecto positivo... Tras un alarde de mis cualidades menos honrosas, Ariel me dijo una vez: "Mamá, como ejemplo eres una birria... Ahora, como advertencia, no tienes precio"... Y yo feliz de ser útil en mi más que probada imperfección...




P.D.:El audio de la intervención en la radio... Venga, probad a decir "erres rarra" sin trabaros... ¡¡¡Yo lo he conseguido!!!... No es que sea un desastre vocalizando, no. En realidad es porque, como leo este mismo post, introduzco variantes para no aburriros...
http://www.ivoox.com/red-carpet-onda-cero-elche-26-5-2014-audios-mp3_rf_3156007_1.html

lunes, 5 de mayo de 2014

Extravagancias.


Yo soy rara. A veces rara como un diamante rojo, a veces rara como la elefantiasis. Mi cabeza va tres pasos por delante de mi conciencia y poseo pensamientos originales. Tengo motivo para todo lo que digo, en ocasiones más de uno. Os ilumino: cuando voy al dentista, no sólo lo hago por estética y salud, eso sería simple, os prometo que también me he sorprendido en algún momento especulando el aspecto que tendrá mi calavera cuando los arqueólogos del siglo XXXIX la encuentren y es para mí una razón más que válida para ir al odontólogo el no permitir que científicos futuros puedan concluir que era una dejada: quiero que sea bonita. Si estoy triste escucho rancheras, pero de las peleonas, nada de amor (https://www.youtube.com/watch?v=Udrqt45U8WI). Cuando mi madre me presta su coche, por el simple hecho de llevar casette, me hace sentir que voy en el vehículo de los Picapiedra y me imagino sacando los pies en lugar de poner gasolina. Si llevo los auriculares puestos con música por la calle, me convenzo de que el mundo tiene banda sonora y hasta me parece percibir que mi pelo ondea a cámara lenta, precioso. Cuando llego a casa de noche, con el maletín, el pan, las bolsas de comida en precario equilibrio, me imagino, sobre melodía del National Geographic, una voz en off que va diciendo “La leona vuelve a su cueva, donde esperan sus cachorros hambrientos…”. Lo juro. Y lo malo es que muchas veces esos pensamientos que me asaltan se convierten en palabras antes de tener noción de ello. A algunos compañeros de trabajo y jugadores los llevo fritos. Recuerdo que en Navidad, al salir del ascensor, encontré a tres de ellos, negros, sentados en un banco, al lado del árbol, resaltando entre las paredes blanquísimas, mientras esperaban a ser atendidos. Yo formé en mi mente un convencional “¡Buenos días!” pero, en algún momento eso se tradujo por: “Hombre, ¿qué estáis, para el casting de Baltasar?”. Obviamente, la neurona prudente añadió: “Yo he ganado el de la Burra”…

Perdono lo imperdonable y me ofenden nimiedades. No veo películas dramáticas y empiezo los libros por el final. Hago pactos con Dios todo el tiempo: "concédeme esto y mañana tomo un Red Bull menos". No me gusta el nombre de mi gato y le miento al veterinario.

V.: ¿Cómo se llama el gato?.

Yo: “Gato”.

V.: Es un gato. Pregunto su nombre.

Yo.: Precisamente ese es su nombre. ¿Cómo va a saber que es un gato si no le llamo Gato?. Sería cruel cambiarle su identidad.

V.: Pues tu hijo lo llama Deimon.

Yo: Mi hijo no se entera.

Ariel (que interviene sin permiso): ¡¡¡Mamá, que Hugo le puso Deimon!!!. ¡¡¡No mientas!!!.

Yo: ¡¡¡No miento, Hijo Pequeño: Hijo Mayor no puso ese nombre a Gato!!!.

Y que me discutan.

Me gusta ser complicada, me gusta que mis amigos los sean. Lo sencillo es cobarde y previsible. Cuando era pequeña nunca quise ser princesa, siempre, siempre, prefería ser el hada. La pobre princesita lo pasaba fatal, dependía de hermanastras, madrastras y príncipes rescatadores  y todos sabíamos cómo iba a terminar (feliz, vale, pero con un final sin enigma). El hada era independiente, glamourosa (de hecho, escogía el vestido que la niña iba a llevar al baile y, como comprenderéis, no iba a elegir uno mejor que el de ella) y su final de cuento es misterioso y desconocido. Os puedo adelantar que  muy posiblemente acabase en un aquelarre divertidísimo donde la Bruja Reina es alguien capaz de hacer un listado notarial de sus bolsos de diseño para legarlos a su antojo, hechizando al Notario para que no moviera un músculo que denotara extrañeza, donde la Bruja Novata es una fuerza de la Naturaleza, la Bruja Guerrera crea imágenes perfectas y la Bruja Más Rubia aún está agradeciendo la magia que ha sido necesaria para reunirlas.

Y hoy, un obvio, un tío sin imaginación, en un Seminario para que aprendamos a simplificar la toma de decisiones, me pide que me defina en cuatro palabras. Le he contestado: “Ni te lo imaginas”…