lunes, 20 de abril de 2020

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INRI-CRECIMIENTO PERSONAL


Mi “crecimiento personal” en esta pandemia ronda los dos kilos. Mi hermana, mi amiga Ángela, mi amiga Maite y mi amiga Isantón han hecho “aleluyas” para colgar en los balcones, palmas blancas de papel, arroz con costra, rollitos, pan, videos animando, performances varias, han aprendido a editar videos, a usa Tik-Tok, a hacer montajes fotográficos… Yo he descubierto que si ignoras a las pelusas, ellas te ignoran a ti y podemos convivir. Y ya está. Nada más.  
No estoy aprovechando este confinamiento para nada bueno. Ya os lo digo. No os llevéis a engaño. 

Os voy a confesar que la primera semana, cuando se decide salir a aplaudir a los balcones (bueno, se aplaude “EN” los balcones, no a ellos), me emocioné. Yo he nacido para aplaudir y era lo mío. ¡Y qué majos los DJs de fachada (nunca mejor dicho)! Y la poli con las sirenas (que ya veremos el problemón que tendremos cuando pase esto, haya una emergencia, pasen los servicios de urgencia con su estridencia y, en lugar de apartarnos, les jaleemos porque es a lo que nos habremos acostumbrado)… Tres días me duró el entusiasmo. El cuarto, estaba viendo una serie de televisión y un señor, en pleno lago de Winconsin, sale de una cabaña y da un portazo gritando: “Me voy, no te soporto”. Y yo me quedo pensando: “¿Dónde va este loco insolidario? ¡Menuda multa le van a poner! Ahí sólo hay arbolitos, ni farmacia ni supermercado ni un mal estanco. Claro que siempre puede decir que va al estanque y que había entendido mal”. Cuando me di cuenta de que había interiorizado tanto la situación, se lo comenté  a una amiga y me dijo: “Eso se llama resiliencia” ¡Ja! Eso se llama ser borrego en mi mundo. Los aplausos, los Djs y las sirenas me habían abducido. Esta pandemia no es una prueba que nos pone el Destino, ni una venganza de la Madre Tierra, ni una oportunidad de nada: es una putada. Y crea ansiedad y preocupación y rabia ante la falta de honestidad de quienes nos tienen que sacar de ella, que no reconocen su desconocimiento (convertido ya en ignorancia e incompetencia) y no acuden a los mejores, no piden ayuda. No hay honor, ni pudor, ni excelencia, ni humildad, ni sentido crítico en la gestión, usan el lenguaje de forma torticera para no decir nada, son Góngoras de mercadillo. Pero la mayor traición, lo que hace que pierdan la humanidad es convertir a los fallecidos en números. Cada día, solo en España, es como si se cayera un avión. Cada semana, un atentado del 11-S. Imaginaos cómo reaccionaríamos si ese fuera el motivo de tantas muertes. Y todos los que se van, todos, son valiosos subjetivamente; otros, además, lo son objetivamente: médicos de los que dependen pacientes, enfermeros, policías, militares y profesionales de muy distintas ramas que protegen, amparan y consuelan, mentes preclaras que son insustituibles y cuya ausencia provoca, como la famosa mariposa que bate sus alas en Asia (mira tú que bien traído), daños colaterales importantísimos.

Hay gente que cuenta que esta situación le está sirviendo para darse cuenta de lo felices que eran antes y que ya no van a quejarse. Yo les digo que usen estos días para bordarlo en un cojín, porque se les va a olvidar. Dentro de un año, creerán que todo fueron aplausos y oportunidades y no es así. Como yo no sé bordar, para que no se me olvide estar en guardia cuando adquiera de nuevo una rutina cómoda (en una guardia sana y no paralizante, pero en guardia), estoy creando recuerdos y los más bonitos y entrañables vienen gracias a una asociación “Voluntarios CODVID”, cuya dirección es https://instabio.cc/20419rs7dh3, y su Twitter @VCodvid. Y os insto a todos a que donéis tiempo, dinero, alimentos. Es cercana y es real. Es palpable porque a veces ejecutas tú la acción. Cinco euros, diez euros, un euro, es un mundo. No te reconcilia con tanta pérdida pero te hace sentir útil. Es puro egoísmo por mi parte. 

Hay muchas formas de enfrentar esta crisis: enfadados, sumisos, acelerados, pasivos, luchadores, solidarios, egoístas, tristes, realistas, positivos… Yo confieso que cada día las practico todas. No estoy loca, es que estoy como el detergente en cápsulas: “concentrá” y cada 24 horas es una vida. Mi superficialidad proverbial de rubia por elección está un poco despistada (como no puedo ir a la pelu, el tinte no me cala y las neuronas están sanando) pero no pierde su esencia. Sólo un día flaqueé y salí a la calle sin maquillar. Dio la casualidad de que, doblando una esquina, una adolescente con perro, que iba hablando por el móvil (la chica, no el chucho), tropezó conmigo. Tras el “perdón, perdón” mutuo, oigo como le comenta a quien tuviera al teléfono: “¡Jo, tía, que mal rollo. Acabo de chocarme con una persona de riesgo!”. Esa no sabe que el verdadero riesgo lo corrió ella, que casi la mato. Así que ya no me descuido y si hay que ponerse taconazos para un webinar, pues se ponen, que a mi eso me empodera y la voz me sale más grave. Y si en videoaperitivo con tus amigas tienes que ir al baño y les dices: “Aguantadme la cerveza que ahora vuelvo”, convencida de que hay que vigilarla en el salón de tu casa, pues se dice, que las buenas costumbres no hay que perderlas.

Yo siempre he sabido que era afortunada (lo que no me quita mis momentitos de Drama Queen, por supuesto) y, en medio de este caos, sé que sigo siéndolo. Por mil cosas: por salud y por expectativas, inciertas pero prometedoras. Y, hablando del devenir, ayer, en un arrebato de aburrimiento, le revelé a Ariel: “Cariño, te he leído las cartas y sé tu futuro”. Él me miró como si estuviera loca y me contestó: “Eso es imposible”. En lugar de ofenderme por la duda, le comenté, como de pasada: “Vale, si es cierto, tendrás que cenar conmigo mañana por la noche y hablarme de tu vida. Si no es cierto, prometo no hacer cosas de madre como insistir en que lleves un horario razonable”. Tras mirarme con sospecha, asintió. Y yo, con toda la tranquilidad del mundo le informé: “A lo largo de esta semana recibirás la nueva tarjeta. El Banco te está muy agradecido por la confianza que depositas en ellos”… Así que ya os dejo, que esta noche tengo cita y he de ponerme guapa.

P.D.: Ana, Encarni, Isantón (me salvaste el título), Maribel, Mónica, Rosana, ¿quién nos iba a decir que este año íbamos a salir de dos cuarentenas? Las del 70 vamos por libre, rompiendo clichés… Ángela, Maite, Virtu, Marí, seréis Setenteras de Honor. Gracias, gracias, gracias: con vosotras todo es mucho más interesante.

  Conchi, mil gracias también a ti: siempre encuentras las mejores fotos y frases!!