martes, 12 de mayo de 2020

DESESCALABRAR


Mi hermana dice que me va a regalar un ónice para que atraiga a la Fortuna. Yo le he dicho que la única piedrecita que me puede dar suerte es una lo suficientemente grande como  para lanzársela a la cabeza de alguno y que le haga daño.
A mí este confinamiento me está dejando los ojos preciosos: leo y escucho tantas sandeces a lo largo del día que parpadeo intensamente de puro asombro y los tengo superbrillantes de tan limpios. Acaba de llegarme una frase (de alguien a quien admiro y admiraré, que sé de su buena intención) que dice “Los caminos difíciles conducen a destinos hermosos”. O a un barranco. O a un pino putrefacto. O a un enjambre de avispas. Vete tú a saber. A mi bar favorito lleva un puente precioso con una vista espectacular, así, a lo loco, sin sufrimientos. Mirad, entiendo que la gente necesite impulsos positivos pero no pasa nada si nos vamos preparando para una realidad complicada en lugar de creer que nos espera a medio plazo un futuro perfecto de exuberantes vergeles (mi paraíso es más de calles comerciales pero metafóricamente no queda igual de bien). Nos venden eso de “Nueva Normalidad”. ¨Nueva normalidad” me parece nombre de secta... Incluso en el BOE hablan de “Nueva Normalidad”, como si fuera algo concreto con características específicas a lo que hay que aspirar. Creo que antes de poner nombre a lo que nos espera deberíamos saber dónde estamos y, de momento, ese concepto depende de la hora a la que te lo plantees: por la mañana, mascarillas sí; por la tarde, mascarillas no; a las 20.00 horas, todos a la calle con tranquilidad; a las 23.00, a casa, que el virus es golfo; ahora tenemos los expertos más preparados para sacarnos de esto; luego, no digo quiénes son porque no aguantarían presiones en Twitter (preparados pero pusilánimes)… Ya no es sólo que sea rubia, es que me lo ponen muy complicado.
Cada día, en algún momento, estoy a un pensamiento de entrar en shock, de bloquearme. Cada día creo, como leí una vez, que “vamos a la guerra con quienes elegimos (eligieron, más bien) para irnos de fiesta”. Cada día me asombro de la incapacidad de este Gobierno infantil, ignorante y soberbio y de la capacidad de los ciudadanos para poner ideologías por encima del sentido común. Y de lo que de verdad necesitamos ser capaces es de actuar con lógica porque este “par de dos” que nos gobierna son unos absurdos, unos ególatras mentirosos, acomplejados y envidiosos a los que palabras como valores, resiliencia, humildad, superación y excelencia les son ajenas. No tienen ni puta idea de qué hacer y les falta categoría moral para rodearse de mejores que ellos. Nos dicen que hay que llamar extrema derecha a todo aquel que no piense como ellos, que somos fachas y les hemos reímos las gracias como si fueran adolescentes rebeldes, subestimando el poder del caos y el analfabetismo y aquí estamos, con un Presidente y un Vicepresidente sometidos únicamente a las normas de la Ley L´Oreal (porque yo lo valgo) y a las de la Ley del Mínimo Esfuerzo, escogiendo como Ministro de Sanidad a un Licenciado en Filosofía (que no filósofo) que se saltó la clase donde se explicaba el ¨Sólo sé que no sé nada”, y no se da cuenta de  lo inteligente que es solicitar la asistencia de personalidades expertas en cada campo cuando desconocemos las respuestas, pero esta gentuza detesta a quienes demuestran ser eficientes porque siempre saldrán perdiendo en la comparación. Viven de títulos, de cargos, de hablar en tercera persona y de poner voces de curita blando para decir sandeces buenistas. Y, con tanto mensaje creativo y edulcorado, salimos relajados sin darnos cuenta de que no se ha avanzado nada, no sabemos nada del comportamiento del virus y, ante tal desconocimiento, lo único sensato que podemos hacer es prepararnos para lo peor, para que el único riesgo que corramos sea el de tener que alegrarnos por ser unos exagerados.
Ser confiados ahora es un lujo que no nos podemos permitir. Hay que salir y hay que abrir negocios y hay que ser excepcionalmente juiciosos. Es nuestra Santísima Trinidad. Salvar la economía es tan importante como preservar la salud. Hasta ahora, la Salud ha sido materia urgente, la Economía importante. A partir de ahora, ambas son urgentes, así que espabilad y mirad con ojos realistas lo que tenemos (no lo que nos viene, lo que YA tenemos aquí) y actuad en consecuencia. Nos dirigen malas personas y malos políticos, cuestionaos cada permiso que nos conceden y sed más prudentes que ellos, preguntaos por cada obligación que nos imponen y actuad en consecuencia. No es una ¨desescalada", como si hubiéramos llegado a la cumbre de algo en un hito de superación y el descenso sea lo más fácil. Es un desconfinamiento gradual y aleatorio, sin orden ni concierto. En todo caso, una "desescalabrada" del tortazo que nos vamos a dar.
Ariel, que va despistado en su mundo académico, me pregunta esta mañana: "¿Qué quiere decir “deprimido por suerte?". Una, que quiere dar respuestas correctas porque ya que mis hijos no me ven guapa, que me crean lista (sí, es mi segunda opción), le digo: “A ver, Ari, ¿en qué contexto?”. Me contesta con paciencia: “Pues lo acaban de decir en la emisora que estás escuchando”… Sin saber si reír o llorar, le aclaré:“Ariel, amor, ha dicho deprimido por su ERTE”. Así estamos, “Deprimidos por Suerte”, y el gobierno pretendiendo que le demos las gracias porque podríamos estar deprimidos, pero sin "su-erte"…



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