El
hecho de que Alá, Dios y Yahvé (lo he puesto por orden alfabético, para que no
se ofenda nadie), siendo como son (o como es, que igual es el Mismo
reinterpretado) todopoderosos, no pudiesen poner orden ellos solitos y se
hubieran visto en la necesidad de dictar sus Libros de Instrucciones (El Corán,
La Biblia y La Torá) a través de sus Elegidos, me ha inspirado para hacer un
borrador sobre Normas de Conducta de la nueva religión: el WhatsAppismo. Y es
que, Hijos Míos, hay que poner límites y, aunque a mí el papel que me gustaría
es el de princesa egipcia que se liga al primogénito cachas, he de hacer un
esfuerzo e investirme de avanzadilla del Verdadero Profeta (es que no tengo
alma de mártir para más) y dar unos pequeños Mandamientos de obligado
cumplimiento:
PRIMER MANDAMIENTO.- Envía un Whatsapp sin
esperar nada a cambio. A ver, almas cándidas, tened presente que el doble
click no formaliza contrato ni obligación alguna. Tú has enviado el mensaje, yo
lo he recibido y sé que tú has visto que yo lo he recibido. Punto. Ahí acaba la
cosa. Te contestaré cuando pueda, cuando estime oportuno y/o cuando
decida la respuesta. Que lo haya abierto no implica que esté en condiciones de
dar la réplica. Mi generosidad empieza cuando permito que estemos conectados
universal y gratuitamente, a cualquier hora del día y cualquier día de la
semana (y ya es mucha generosidad). Queda absolutamente prohibido mensajes del
tipo: “He visto que estás en línea. Dime algo”. Yo estaré en línea, pero tú te
has pasado de la raya. Si pretendes que conteste cuando a ti te venga bien y me
lo reclamas con más mensajes, es una invasión en toda regla y yo defenderé mis
fronteras como buenamente pueda, así que no te sorprendas si, cuando nos veamos
cara a cara, te catapulto brea caliente… Te lo mereces.
Si es urgente, llama. Si no te contesto, expón
el motivo de la urgencia. Es sencillo, es educado.
Este Mandamiento tiene una especialidad: Los
emoticonos no requieren respuesta alguna. Es una birria de esfuerzo. Por
mucho corazón, cara feliz, besos y estrellas que conlleve, puedes dar por acabada
una conversación si no se acompaña de palabras. Es el equivalente al Pecado
Capital de la Pereza.
SEGUNDO MANDAMIENTO.- Si lo que quieres
comunicar no se arregla con tres mensajes cortos, llama. Por Dios, a cierta
edad, escribir en el móvil cuesta. Te lloran los ojos, te duelen los dedos y se
te cansa el brazo de acercar y alejar la pantalla para poder enfocar. Tres
mensajes son el límite, a partir de ahí, es vicio.
TERCER MANDAMIENTO.- Las cadenas de mensajes
avisando de peligros apocalípticos, son pecado. Desengáñate: por encima de
valorar tu buena intención al avisarme de que Whatsapp se va a convertir en
religión de pago, voy a pensar que eres un iluso embaucado por creer que Mr. Zuckerberg
ha escrito un mensaje personalmente dándote opciones para evitarlo (la versión
“lo han dicho en la tele”, lleva la agravante de encefalograma plano) y vas a
conseguir que te pierda un poquito del respeto debido a tu inteligencia. Es
importante que tengas en cuenta que el “No, si yo tampoco lo creo, pero por si
acaso…”, no sirve como penitencia por el tiempo que hemos perdido los dos…
CUARTO MANDAMIENTO.- Las consultas profesionales
a través de Whatsapp se consideran acto impuro. Hace poco me preguntó, por
esta vía, un cliente (al que le había llevado su divorcio): “Cristina, tengo un
problema con una herencia. Mi madre ha fallecido y somos tres hermanos y mi
padre. Los bienes son: (me los enumera). ¿Me sacas un momentito lo que nos
corresponde a cada uno y me lo dices para ir al notario?. Es que voy un poco
despistado y no sé qué hacer “. Obviamente, le contesté: “¡¡¡Sí que vas
despistado que has confundido el whatsapp con mi despacho!!!. Menos mal que yo
sí sé lo que tienes que hacer: llama a mi oficina y pide una cita”. Eso sí, le
puse un emoticono de carita feliz…
Preguntar a cualquier profesional por mensaje
para evitarte la visita y el consiguiente abono de honorarios es un atraco y un
abuso cuyo castigo es el Infierno de los Bloqueados.
QUINTO MANDAMIENTO.- No te ofenderás si la
despedida no ha sido suficiente para ti. No alarguemos, te lo ruego. Si
digo “Hasta luego”, es un final. No me
sigas conversando. No es necesario añadir la foto de un niño diciendo adiós, el
muñequito de los besos, la manita saludando… Con uno lo capto, por favor,
cáptalo también tú. Conozco gente que se ha visto inmersa en un bucle de
despedidas y se ha consumido en su propio Universo paralelo… Pongamos una
norma: con un “Bueno, hasta luego. Ten un buen día”, será suficiente. Como
repuesta: “Igualmente. Un abrazo”, bastará. Si tras eso se pone un emoticono,
se volverá al Primer Mandamiento, en su especialidad mencionada.
SEXTO MANDAMIENTO.- Ante la duda, interpreta
en positivo. Importantísimo para mantener amistades y parejas. Aunque
resulte obvio, la gente olvida que las palabras escritas no tienen tono, que la
ironía puede perderse o aparecer donde no debe. Cuando recibas un mensaje
piensa, sobre todas las cosas y salvo evidencias, que quien te escribe es amigo
y, ante la sospecha de un amago de mala fe, llama. Si eres quien escribe,
facilita la labor y esto incluye releer antes de enviar porque el corrector es
el Maligno y pervierte tus envíos. Yo he creído que escribía a un cliente: “Paco,
a las cinco en la Glorieta” y él recibió: “Pavo, te hinco las tetas”.
SÉPTIMO MANDAMIENTO.- Respétate a ti mismo
por encima de todos los Whatsapp. Y como soy una psudoprofeta muy maja te
voy a traducir este Mandamiento para que no exista margen de error: cuando
estés con los amigos tomando cervecitas, cuando estés disfrutando de un día de
playa, en el cine, en el teatro, de viaje, en un concierto, dándote un masaje
(o dando un masaje), charlando, cenando, comiendo, conduciendo, alimentando
a los patos… ¡¡¡pasa del whatsapp!!!, porque sí, porque te mereces disfrutar de
las cosas al cien por cien… Olvídate de él completamente, no contestes, no
remitas, no compruebes quien está conectado. Y si luego te dicen indignados: “¿Por
qué has tardado tanto en contestar?. ¿Qué hacías?”, podrás responder: “Vivía”…
Mi hijo Ariel es la persona que menos
se complica la existencia de las que conozco, a pesar de la paradoja de ser muy
complejo. Él borra todos los mensajes conforme termina las conversaciones,
incluido los archivos. Una vez le pregunté el por qué hacía eso, y le dije que
me sorprendía que no le diese pena eliminarlo todo. Me contesto: “¿Pena?. ¿De
perder conversaciones tan poco importantes como para no merecer una llamada o
un encuentro?. No sé tú, pero yo prefiero acordarme de ti y lo que me dices que
de tu avatar y lo que me mensajeas… Y tiene mérito porque en tu foto de Whatsapp
estás mucho más guapa de lo que eres”…
P.D. Una vez oí un Padre Nuestro cursilísimo que me hizo reír (aclaro que tendría yo unos quince años). Se me quedó grabado que denomiran al Espíritu Santo "Palomita buena onda"... Pues bien, la némesis de ese ente de bondad no es otro que el doble click azul: "Doble palomita mala onda"... Ya os digo yo que quien lo ideó estaba bajo el influjo del Maligno... https://www.youtube.com/watch?v=u11J5ZkJjBQ
Audio de la emisión en Onda Cero (Elche en la Onda): http://www.ivoox.com/red-carpet-onda-cero-19-5-2014-audios-mp3_rf_3135227_1.HTML
Página de Facebook: Red Carpet by Cristina Birlanga.
Más razón que un santo, muy, muy divertido y genialmente escrito.
ResponderEliminar¡¡¡Gracias, Lena!!!. Me encanta que te haya gustado. ¡¡¡Es un honor que me haces!!!.
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