Valentín y yo tenemos que hablar. Y no por lo del A
Puedo comprender que vamos todos despistados en el mundo amoroso del
Siglo XXI, que cada vez somos más exigentes y menos generosos y eso dificulta
querer y ser querible (ya no que te quieran, que eso depende de la voluntad
ajena y no lo puedes controlar). Lo queremos todo y lo queremos ya. Y
presionamos o nos sentimos presionados. Recuerdo que una vez me preguntó un
chico, con el que había quedado en dos ocasiones, “¿Tú y yo qué somos?”. Yo me
hice la gallega y le repregunté: “¿Sabes cuál es mi segundo apellido?”. Me
contestó que no. Yo le dije entonces: “Pues eso somos: desconocidos aún”. Pero
todo esto no es culpa de mi Valentín, es responsabilidad nuestra, que queremos
peras y nos enamoramos de olmos, olmos que son fantásticos y preciosos pero no
nos van a dar nunca lo que deseamos.
El 14 de febrero mola. Cualquier excusa para que te regalen o regalarte, para cenar con pausa, para que te den un
abrazo, mola. Y lo dice una que está más veces en la segunda opción que en la
primera, que odia el rosa y los corazones. Me da igual si los comercios hacen
caja (de hecho, me parece estupendo), si el ramito de violetas viene sólo un
día al año, si no es amor verdadero (ya ves tú qué sobrevalorado está eso), yo
soy fan de Valentín. El que no esté queriendo o siendo querido, que celebre la
capacidad de hacerlo.
Creo sinceramente que muchas de esas personas que aborrecen el Día de los
Enamorados lo hacen sólo por ser “cool”, por estar en la parte racional del
Universo, por no parecer débiles subyugados a una emoción. Por favor, que me manden sus regalos a mí. Novios, novias de quienes no valoran
vuestros obsequios, yo los voy a agradecer y a hacer fiesta de cada uno de
ellos. Todos para mí. Eso sí, poned en la tarjeta “Por sustitución”,
que una vez, siendo muy jovencita, enviaron tal día como hoy seis o siete
regalos a casa y mi madre me castigó por pendón. Os lo prometo. Aún nos
acordamos (yo con inquina porque siempre he sido una bendita). Ya no me puede
castigar pero ahí tengo el trauma.
Una vez, mis hijos habían vuelto
de la Universidad y, estando en casa, pasaban bastante de mí. Hasta que los
reuní y les dije: “Me importa un bledo que me queráis o no. Fingidlo. Y bien. No
voy a notar la diferencia y vamos a ser todos mucho más felices”. Desde
entonces, hasta parece que les caigo bien. Así que dejad a un lado la
autenticidad de cualquier sentimiento hoy, vamos a relajarnos todos un poco, a sacar
un ratito para estar con quien queremos o con quien nos quiere (o finge bien,
que es un esfuerzo valorable), aunque sea nuestro gato (una vela en la latita más
cara de Whiskas) y disfrutemos de este lunes especial. Bailemos a lo loco,
démonos un capricho, achuchemos a todos los ariscos que adoramos… hoy tenemos
justificación.
P.D.: Querer es divertido, seamos o no correspondidos: al final, son
drogas corriendo por el cuerpo… "Quien se aburre es porque NO quiere".
Luminoso, brillante... Tú!
ResponderEliminar2022 hasta hoy que ha pasado??
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