Hoy es mi santo. Me encantan los
santos. Bueno, los santos y los cumpleaños y las bodas y los bautizos y las
comuniones y la Navidad
y Semana Santa y las graduaciones y las cenas de empresa… Todo lo que implique
interactuar con la gente, me gusta. Luego, en particular, me lo pasaré mejor o
peor, pero me encanta asistir a celebraciones… Cuando cumplí cuarenta años tenía
claro que era la excusa perfecta para darme una fiesta sorpresa. Yo. A mí. No
permití que se siguiera el cauce normal de las fiestas sorpresas; esto es, que
tus amigos elijan lo que “creen” que más te gusta, que hagan un collage con las
fotos más divertidas, que te lleven engañada y que te griten “¡¡¡Sorpresa!!!” y
tú te emociones….Tenía mis motivos. Nada altruistas.
En
primer lugar, las fotos, a cierta edad (y, como decía Oscar Wilde, “no hay edad
más incierta que la de las mujeres de cierta edad”) son materia reservada. Nada
de ponerlas en una pantalla grande, a lo loco, en un despliegue de
desconsideración a nuestra vanidad más profunda… “Es que lo importante es
reirse con las imágenes antiguas”… Vale, pues ponemos un episodio de Pixie y
Dixie, que son de la más o menos de la misma época que yo. Y nos reimos todos… Porque,
a ver, los que pasamos la adolescencia en plenos años 80 somos los
supervivientes del Mal Gusto, eternos merecedores de una indemnización de los
diseñadores de la época, sufriendo secuelas que han arraigado en nosotros sin
remedio (mi uso desmedido de las lentejuelas, por ejemplo), Guardianes de los
Limites de las Vanguardias en el Vestir (esto se define como la sensación esa
que te embarga cuando ves fotos de las nuevas tendencias y observas el oropel,
las grandes hombreras, los tupés, los mallas de tallas inadecuadas, los jerseys
enormes, las faldas de largos extraños y sólo puedes pensar “¡¡¡Dios mío, qué
no vuelva a ponerse de moda!!!. ¡¡¡Salvaré a mi prole de ello y evitaré su
propagación!!!”)… Y todo eso, mostrado en público, con foto tamaño cincuenta
pulgadas, acaba con más de una reputación…
En
segundo lugar, y más importante (porque
siempre puedes negar que esa chica con el pelo cardado, la cara blanca, los
calcetines visibles del mismo color que el jersey y los Levi´s 501 un palmo por encima del tobillo, seas tú),
el que te lleven engañada a una fiesta
implica que todos vayan divinamente vestidos y tú no… De eso nada, mi fiesta me
la organizo yo y cito a la gente a una hora y apareceré justo 60 minutos más
tarde (es importante porque llevaré el resto de la noche esa ventaja: el
perfume, el maquillaje, la frescura de la piel tendrán ese tiempo de atraso
frente al deterioro de los demás)… Y, sobre todo, bien vestida,
espectacularmente vestida… Nada de un trapito que me haya puesto para la cena en
familia que usan como cebo para sacarte de casa (que ya sabemos que la familia
es lo más importante pero los lujos los dejamos para los demás)… Y la cámara
que inmortalice el momento, la elijo yo: desenfocada, que difumine. Vamos a
dejar los quinientos mil megapixeles para los animalitos del zoo, las puestas
de sol y los enemigos… Yo quiero definición a duras penas… ¿Por qué creéis que
se llega a una edad en la vida en la que se necesitan gafas?... Pues porque la Naturaleza es sabia y
pretende que, entre los de la misma generación, no nos veamos bien… Pero el
hombre se pasa de listo e inventa las gafas (lentillas y operaciones entran en
el mismo rasero de inventos fastidiosos), con lo que observamos cada arruguita
y cada mancha del prójimo (yo digo que son pecas acumuladas pero no sé si
cuela) y, eso no es lo peor, lo peor es que nos damos cuenta de que nosotros
debemos estar igual…Se evitarían muchas depresiones si fuésemos por el Mundo
mal graduados…. Yo estoy en un momento
que sólo acudo a restaurantes en los que la iluminación me favorezca… Los
ultramodernos de luces blancas, que me los cuenten… Hay otros trucos para
acudir divina a tu fiesta (o a cualquiera): si vas a llegar en coche, ponte el
chorro del aire directamente a la cara, que eso estira. Puede que te dé un tono
un pelín azulado pero piensa que más azul era la Pitufina y tenía a toda
una aldea enamorada… Y procura que haya bebida, está demostrado que el alcohol
en las venas de los demás, te embellece a ti…
Esos fueron mis motivos y mi
celebración de los cuarenta fue tal y como yo quería… Ello no quiere decir que
no desee que mis amigos me preparen ahora una fiesta sorpresa convencional… Por
si acaso, la semana antes y la semana después de mi cumpleaños me vestiré como
si me fueran a invitar en cualquier momento a una recepción de Porcelanosa…
Mientras, os dejo un último truco
espectacular: sonríe, siempre, porque es mucho mejor que los demás te vean las
arruguitas alrededor de los ojos que la cara descolgada (¿Qué pasa?. ¿Esperabais
algo más trascendental?. ¿Es que no sabéis a quién estáis leyendo?.)…
Me encanta, Cristina, cada vez soy mas adicto a ti, ahora no puedes decepcionarme, asi que sigue escribiendo.
ResponderEliminarjajaja, yo estaba y doy fe de que fue todo divinoooo!!!!!
ResponderEliminarMuy bueno y muy cierto Cristina....
ResponderEliminarmuy bonito tienes razon cuando ries olvidas todo no cambies
ResponderEliminarAhora que lo dices tienes toda la razon
ResponderEliminarAquí hay mucha información condensada y podrías tirar de muchos hilos para seguir escribiendo ( creo que los guionistas los llaman "morcillas" ......sí) pero me ha llegado al alma (por autodefensa lo tenía olvidado) recordar el estilo ochentero ....los pantalones "anchos" por encima de los tobillos, los calcetines de colores "aterradoramente" conjuntados, y los zapatones de payaso??!!, ....los jerseys , camisas, polos totalmente "informes-amorfos", tres tallas mayores, con hombreras para ¿rellenar?!¿el qué?!las tallas que sobraban !! Es que hasta la moda de los 70 tuvo su punto sexy y sigue trayendo secuelas, pero cuando veo en las tiendas "algunos" intentos por volver a los 80/90 ya sé lo que se va a quedar para las rebajas.... Aunque pinta superficial, esta reflexión es más profunda de lo que parece...pero, mejor será que la dejemos "en clave de humor". Enhorabuena "again" y feliz santo Cristina.
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