martes, 18 de marzo de 2014

¿Dónde hay que firmar?.


Iba caminando por la Plaza del Ayuntamiento, cuando se me ha acercado apresuradamente un señor y ha dicho: “Oye, que sepas que leo tu Blog”. Yo lo he mirado con sospecha y he repasado, en un instante, si era finales de Diciembre, si había cámaras, si existía sitio dónde esconder cámaras, si era familia mía… Ante mi silencio, ha insistido: “¡¡¡Que sí, que sí, que soy muy fan tuyo!!!”… Más feliz que unas castañuelas, le he pedido entusiasmada: “¡¡¡Ay, qué alegría!!!. ¡¡¿Me firma un autógrafo, por favor, por favor?!!”. Expresando una lógica que no entiendo, me ha respondido: “¿No sería más normal que te lo pidiera yo a ti?”. Naturalmente, se lo he explicado: “A ver, señor, si usted le comenta a un amigo que se ha encontrado a una chica de su ciudad que escribe un blog chiquitín, él va a creerle. Ahora, cuando yo le cuente a mi hermana que me ha parado usted por la calle, sin que nos conozcamos, para decirme que le gusta lo que escribo, lo cual implica que le gusta lo bastante como para arriesgarse a detenerme y dirigirse a mí sin saber cómo puedo yo reaccionar y, sobre todo, cuando presuma de que me ha reconocido, ¡¡¡tengo que presentarle pruebas!!!”… Y me lo ha firmado… Y me he ido pensando en llevar siempre encima una libreta de autógrafos y pedirle uno a cada persona que me haga feliz para que, en los malos tiempos, tenga un recordatorio físico de cuánto bien he recibido…

Siempre he creído que cuando alguien se deprime, más que pastillas que atonten, deberían recetarle medicamentos para la memoria porque no existe mejor salida de la tristeza que recordar cuánta gente hay dispuesta a echarte una mano… Venga, no me digáis que no os gusta leer las dedicatorias que nos escribían los amigos en las fotos de fin de curso, o en los cumpleaños, o en el álbum de la comunión (y eso que ahí te ponen cosas del tipo: “Eres aún mejor. Hoy has conocido a Dios”. Esa la he sacado del de mi hijo Ariel. Él ha puesto bajo: “Más que conocerlo, hoy me lo he comido”)… ¡¡¡Si hasta me organicé una fiesta especial por mi 40 aniversario con el maquiavélico fin de obligar a mis amigos a firmar en un libro de visitas y que se vieran compelidos a manifestar por escrito lo joven que parezco y lo poco que se me notan los años!!!. Antes de ir a dormir, ni series, ni libros, ni conectarse a internet,  lo que hay que hacer es leer las dedicatorias que alguna vez te hizo la gente que te quiere y la que te ha querido y dormir orgullosos de poder inspirar esos sentimientos… Pero sé sensato, no las hagas verdades universales: lo que ha de animarte, lo que tiene que hacerte feliz es el simple hecho de que alguien pierda su tiempo, su energía y su pluma, en dejarte unas palabras amables sólo porque eres tú, eso es lo bonito, no te lo creas a pies juntillas porque acabarías convirtiéndote en un pedante y pocas cosas hay más desagradables que encontrarte con uno de esos. Yo los llevo fatal (y eso que defiendo la Soberbia en varias de sus manifestaciones) porque me producen vergüenza ajena, que es la peor de las vergüenzas puesto que no la ha provocado falta alguna tuya y no puedes zanjarla sin herir. Mi abuela, que era una persona muy divertida, decía que la modestia es una clase de mentira, así que siempre recordaba que en su juventud, paseando por Murcia, un fotógrafo muy conocido salió corriendo detrás de ella para hacerle fotos y acto seguido, te las mostraba. Esas fotos nunca estuvieron guardadas. Decía que ella no valoraba si de verdad merecía que alguien corriese tras ella por su belleza, ella atesoraba el que alguien lo hubiera hecho. Y era feliz. Porque tenía memoria, porque rescataba gestos y porque era agradecida.

¡¡¡Si es que somos unos pavos, de verdad!!!. Cada vez que tenemos un revés, nos autocompadecemos y nos sentimos solos y eso es una ofensa para nuestros amigos. Nadie está solo. Nadie. Y ahí seguimos, eligiendo recrearnos en nuestras miserias en lugar de abrir la caja de recuerdos y empaparnos de todo ese ánimo que tenemos guardado dentro, en forma de carta, fotos firmadas, notas recibidas… Y lo que es mucho peor, no dedicamos ni un minuto del día a crear nuevos recuerdos que podamos redescubrir, sentados en el suelo, tocándolos físicamente… Yo he empezado esta mañana, voy a ser la loca del bloc de firmas… ¡¡¡Ea, ya tengo otra cosa más que meter en el bolso!!!… Menos mal que tengo visión de futuro y he establecido que mi pareja tiene que hacer deporte, no por salud ni por físico, sino para que esté en condiciones de llevarme el bolso cuando sea una anciana (no pienso renunciar a nada de lo que inventen, mientras me quepa: monísima con mi ipad 2345 hasta el final)…

         He de decir que, al enseñarle a mi hijo mi trofeo de esta mañana, me ha preguntado: “¿Quién es ese hombre?”.  Yo le he respondido que alguien al que le gustaba mi blog. Me ha mirado. Ha torcido la cabeza. Ha achinado los ojos y me ha indicado: “Trabajas en un Club de Fútbol donde hay y pasan jugadores de Primera División. Has conocido gente que sale en la tele. Te llaman personas que aparecen en la Wikipedia… Y vas y le pides un autógrafo a alguien porque le gusta lo que tú haces… De verdad, mamá, acabaré siendo un tipo sensato pero porque con tus ejemplos siempre me llevas por la cuerda floja y me estoy convirtiendo en un experto guardando el equilibrio".

P.D.: Os recuerdo que la página de Facebook se llama Red Carpet by Cristina Birlanga… Y, a quien me lo pida, voy a darle un empujoncito en su misión regalándole una libreta (me dais direcciones por privado y os las envío). Prometido. Eso sí, el novio cachas para llevar el bolso, ya me lo quedo yo...

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