Siendo
pequeña, le pregunté a mi abuela quién era más guapa, si Ava Gardner o Grace
Kelly. Mi abuela me contestó que eso era muy relativo porque eran dos tipos de
belleza muy diferentes. Yo asimilé la lección y, al rato, le dije: “Entonces no
se puede asegurar si es más guapa Gracita Morales o Marisol, ¿no?, porque son bellezas
muy diferentes.” Mi abuela me miró y me aclaró: “Cris, todo es relativo, pero
no tanto…”.
Y
me lo dijo con cariño, yo os lo digo más cabreada que una mona. Se ha llenado
Twitter de frases del estilo: ¨Los políticos españoles no están a la altura de
las circunstancias”. Pues mira, eso es una gilipollez. Especifiquemos qué
políticos. Comparar a Macarena Olona, Cayetana Álvarez de Toledo, José Luís
Almeida, Margarita Robles, Nadia Calviño, Isabel Ayuso, Iván de los Monteros y
Abascal con Sánchez, Iglesias, Illa, Ábalos, Marlasca (el “Grande” lo ha
perdido), Monedero, Montero (x 2, que lo malo abunda), Calvo, Isa Serra y
Echenique (el único discapacitado en el mundo que no genera ni un poco de
empatía, por algo será), es una falacia, un absurdo. Y dejo fuera a Errejón
porque hoy ha decidido que una solución a los despidos por el cierre de Nissan
es nacionalizar la compañía (japonesa, ¡ay, que me parto!) y merece categoría propia
o mucha ternura que igual ha visto en esta cuarentena la Fábrica de Chocolate y
se ha creído que te puede tocar una empresa si sacas un papelito dorado en un
Huesitos.
No
es cuestión de siglas políticas, es cuestión de personas. Sánchez no es un
sociópata vanidoso y mentiroso (no sé si eso es una redundancia) por pertenecer
al PSOE e Iglesias no es un irracional macarra cobarde (creo que vuelvo a la
redundancia) por ser el dirigente de PODEMOS. Ambos serian lo mismo si se
dedicaran a la cría de nutrias. Lo que sí es cuestión de sendos partidos y, por
ende, responsabilidad de los mismos, es la falta de crítica al abuso y a la
incoherencia, la cobardía de no dar un paso adelante y defender unos principios
(con los que podré estar o no de acuerdo) que sus presidentes están enfangando
y dejando sin contenido. ¿Me vas a comparar tú a Felipe González, Rubalcaba,
Múgica con Ábalos, Sánchez o Zapatero?
Otra
cosa que decía mi abuela (la pobre era como yo y no paraba de hablar) es que
somos lo que hacemos, no lo que decimos. Esta gente que nos gobierna hace
canalladas. Son unos canallas. Son confusos, manipuladores y peligrosos. Hoy
Iván de los Monteros se ha ido de la Comisión de Reconstrucción porque un
vicepresidente SEGUNDO (pongo el cargo en minúsculas porque él es pequeño y
mísero; y pongo lo de “segundo” en mayúsculas porque debe fastidiarle muchísimo
a su ego desproporcionado ese escalón en la escala del poder) ha acusado de un
delito a su formación y, posteriormente, le ha venido a decir que no lo cometían
por cobardes. Él llamando cobardes a otros… y luego, envalentonado por el
camarilla que tenía al lado, aún ha hecho ostentación de la gran indignidad que le
caracteriza queriendo humillar al que se retira. Y que nadie dude de que esa
retirada ha sido un alarde de gallardía y de estar a la altura del cargo que
ocupaba el Sr. De los Monteros, porque soy yo y le doy un sopapo. No hay
insulto a la altura de mi desprecio. Me veo carne de reality por este
mequetrefe.
No suelo hablar de política en este Blog. A lo largo de mi vida siempre he votado a
PP, alguna vez a Ciudadanos y, a nivel local, incluso al PSOE (por las
personas, como os digo). Nunca he votado a Vox pero no descarto hacerlo en un futuro. Mis ideas fluyen y varían y se enriquecen, nada es inmutable y eso es algo que atesoro porque no me hace esclava de los argumentos de otros. A mis
casi 50 años me han llamado facha por decir que la igualdad en la miseria no es
igualdad, es una putada. Obviamente, el agravio dice más de quien lo alega que
de mí. Yo nací al final de la dictadura pero no recuerdo más que vivir en
democracia, con el único temor de que hubiera un atentado etarra cerca (y lo
hubo); jamás he preguntado a mis amigos de qué partido son (me sigue dando
igual); siempre he creído que mi opinión, la inversa y la de Platón valen lo
mismo mientras no se demuestre lo contrario. Y este Blog es mi opinión, sujeta
a cambios, a errores pero también a unos valores que son los míos. Podéis estar
o no de acuerdo con lo que digo pero no es relevante. En mi realidad, Olona y
Álvarez de Toledo me parecen extraordinarias (son mi Ava Gardner y mi Grace
Kelly), estoy locamente enamorada de Almeida, en cualquier competición querría
a Iván de los Monteros y a Abascal en mi equipo (porque van de frente y tienen
honor), le daría un achuchón a Robles y a Calviño por lo que están aguantando y
a Ayuso por el nivel de resistencia demostrado y hasta les haría guacamole que
es lo único que sé cocinar (o mezclar).
Mi
hermana me ha advertido de que puedo perder amigos por este post pero voy a correr
riesgos. Eso sí, a partir de la semana que viene, volveré al estilo de mis
orígenes, básicamente porque tengo conmigo a mis hijos y necesito vengarme del
vacile al que me someten. Lo llevamos en la sangre. Os doy una prueba: una vez,
tratando de convencer a Ariel para que se viniese a cenar conmigo, ya que él
insistía en quedarse en casa porque le dolía un poco la cabeza, le dije:
“Entonces, ¿te vienes o no?”. Bastante harto de mí, me contestó con un
contundente “¡NO!”. En un alarde de optimismo maternal, aún lo tanteé: “Cariño,
¿es tu última palabra?”. Él me miró con toda la tranquilidad del mundo y me
replicó: “No, planeo seguir hablando a lo largo de mi vida…”. Y de tal palo,
tal astilla. Yo tampoco tengo pensado callarme.
P.D.: ¡Quiero listas abiertas ya!