Anoche vi
una película de miedo con mis hijos. La única que no pudo dormir, fui yo. Así
que esta mañana le he preguntado a Ariel si él no valoraba, ni siquiera
tangencialmente, la posibilidad de que se manifiesten espíritus y fantasmas.
Me ha mirado socarrón y me ha contestado: “Mamá, los mayores están todo el día
quejándose de lo mala que es la vida, así que no creo ni por un segundo que,
después de muertos, quiera volver ninguno… Claro que, tras ver la cara que
tienes esta mañana, igual me replanteo la existencia de espectros.”… Pasando
por encima de la grosería, seguí indagando y le dije: “¿Y en la magia?. ¿Crees
en la magia?”. Muy serio me ha replicado: “Sí, en eso sí: cada vez que
consigues hacer unos San Jacobos sin que arda el aceite…”.
Invariablemente he creído en la
magia. Estoy convencida de que se manifiesta cada día pero estamos tan
absorbidos por lo urgente que lo importante se nos escapa. Ha habido mucha en
mi vida estos últimos meses que ha provocado que conozca a personas de cuento:
Nuria, Esther, Begoña, Yolanda y Tania (que han traído consigo seres
fantásticos y talentosos, manías nuevas, adicciones subrayadas, fuerza, poesía
e incluso la promesa de conocer a dos vikingas tremendas que hacen que sonría
sólo con la perspectiva). Y todas, somos brujas y somos magas y no hay
princesas perezosas ni niñas perdidas y aunque a veces nos despistemos,
acabamos apreciando belleza y diversión en el desvío. Los descreídos llamarán
casualidad a la concatenación de hechos que ha tenido que producirse para que
mis correligionarias y yo nos encontremos pero casualidad es tropezarte con un
paisano en Londres, la conexión inmediata con personas absolutamente
desconocidas hasta ese momento, es magia. Y si ha sido el Universo el que ha
confabulado para unirnos, ya os digo yo que las conclusiones de nuestras
reuniones deben ser consideradas como verdades universales y reflejarse en un
Grimorio como encantamientos efectivos para alcanzar el estado de bienestar
absoluto. Y os adelanto varios:
1.- Hay que imitar al líder, pero
sin pudor y tomando nota. La educación, el saber estar y la elegancia se
aprenden. Cualquiera que sea tu meta: busca al mejor y haz lo mismo que él.
Innovar es para genios y ya sabemos que los genios son muy útiles pero viven
encerrados en lámparas maravillosas y su vida social no da para ser perseguidos
por el cura y la Inquisición. No pierdas tiempo y esfuerzo tratando de ser más
que otro: cópialo y, cuando lo hayas logrado, pon tu toque personal.
Eso implica, para que quede claro,
que a nosotras, las magas majas, en igualdad de condiciones, los bellezones nos
caen mejor. Lejos de validar el tópico que dice que las mujeres nos envidiamos,
cuánto más mona y arregladita es tu amiga más podrás instruirte tú. Y que
conste que la definición de belleza es “el
conjunto de cualidades de las
cosas o de las personas, cuya manifestación sensible produce placer, deleite o
admiración”, así que ahí cabemos guapos y feos. No hay excusa para no
anhelar ser fuente de inspiración.
2.- Quiere a las personas no sólo
por cómo son contigo sino, sobre todo, por cómo eres tú cuando estás con ellas.
Mi mejor amiga de los tiempos eternos me dijo una vez que yo era una mezcla
entre el personaje de Reese Whiterspoon en “Una rubia muy legal” y el de Nicole
Kidman en “Los otros”. Teniendo en cuenta que creo que somos amigas porque
caminamos por Mundos Paralelos y ello implica que no podemos tener ni
enfrentamientos directos ni la esperanza de entendernos, me limité a captar la
esencia de la comparación, darle las gracias (porque no es necesario comprender
a alguien para quererlo y esperar lo mejor de él) y ligar ambas películas a un
mismo recuerdo, que ya es difícil... Cuando pierdo mi esencia, cuando no
recuerdo quién quiero ser, las veo (la primera peli más que la segunda, la verdad,
porque he de confesar que sospecho que la similitud con Nicole se limita al
pelo, al vestir de negro y a la mirada de mal genio que pone de vez en cuando), evoco la imagen que tiene de mí una de las personas que más me aprecia y
modifico mi actitud sombría para aspirar a merecer ese concepto.
Preguntad a quien os estime que
identifique vuestra personalidad con una canción o con una película y
escuchadla o visionadla de vez en cuando para refrescar esas cualidades que
tenéis y que os hacen “queribles”. Es una inyección de energía veros con los
ojos cariñosos de otros.
3.- Si crees que no puedes con algo,
sé rotunda, utiliza hechizos sin pudor (una llamada para mandar a hacer puñetas a quien te amargue la
vida cuenta como hechizo y contará como tal hasta el día que alguien consiga
hacerme entender que el móvil no es una varita mágica que te pone en contacto,
te hace llegar a sitios, te descubre secretos, te hace reír, te hace llorar…
¡¡¡y además brilla!!!) u organiza un aquelarre para unir fuerzas, con brebajes
(desde que le ponen tanta hierba a los gintonic, y tantas medidas de especias,
pueden ser considerado como pociones) y risas (ya habrá quien las considere siniestras y le dé su toque "brujeril"
porque la alegría a veces es sospechosa para gentes confusas)… Eso sí: lo más
cercano a una escoba tendrá que ser el cepillo de la máscara de pestañas.
P.D: Nuria, Esther, Begoña, una
tarde con vosotras supone abrir las puertas de la Iberia antigua, convertir
a Begoña en sirena, cruzar autovías caminando, abrir coches con
llaves viajeras, hacer aparecer y desaparecer teléfonos que no se han
movido, comprar en China, entrar furtivamente en aparcamientos
desiertos…
Yolanda, un día contigo es
concentrar mil experiencias en una conversación alegre, es ver la energía
expandiéndose en colores, es descubrir la poesía a gritos, es sonreír con los
recuerdos tangibles que regalas cuando te casi vas (porque los trenes cambian su destino para ti y, sobre todo, porque nunca te alejas)…
Tania, unas horas contigo es
adquirir sabiduría, suspirar para avivar el fuego, descubrir poderes
ancestrales, es ver el camino y disfrutarlo, es ponerte el traje con
superpoderes y activarlos.