Hoy le he dicho a mi hermana que
me chive algún tema sobre el que escribir un Blog. Ella me ha respondido:
“Sobre lo maravillosa que soy.”. A mi vez, yo le he contestado: “Lleva
cuidado…”. ¡¡¡Ea, pues voy a hacerlo!!!.. Bueno, más o menos: voy a hablar de nuestra
infancia, hilándolo sutilmente (tan sutil que lo digo por si no os dais cuenta)
con las fechas en las que estamos, en cuanto al avance del tiempo y la llegada
del Nuevo Año.
Yo soy la hermana mayor, buena,
responsable, educada y abnegada. Ella es la hermanastra mala, digo, ella es la
hermana pequeña… Por situaros.
Cuando éramos niñas, había que jugar sin
mecanismos complicados. No podías conectarte a Internet y estar en continuo
trasiego con tus amigos, así que tu hermano se convertía en tu amigo/enemigo
casero. En mi caso, éramos adictas a las Nancys. Yo ya apuntaba maneras y me
dedicaba casi exclusivamente a cambiarles de ropa. Las pobres no tenían excesiva
vida social. Como mucho, entre tanto cambio de vestuario, les daba tiempo a
tomarse una coca-cola con Lucas o un té rápido con Lesley. Cuando no estaba
vistiendo a mis muñecas, estaba disfrazándome yo o maquillando una careta de un
juego de la Señorita Pepis …
¡¡¡Qué bonito e inocente!!!, pensaréis… Sí, sí… Me río yo de los que acusan a
los videojuegos de favorecer las conductas violentas en los niños de hoy en
día… Nancy, Lesley, Lucas, Señorita Pepis: eso que suena tan ingenuo provocaba
unas peleas entre nosotras cuya onda expansiva habría hecho que Walking Dead se
quedase en el capítulo piloto por aniquilación de todos los zombies. Menos mal
que, en aquella época, no se llevaba lo de Servicios Sociales pero es que
tampoco hacía falta: estaba tu padre (el mío en este caso). No hablaba: nos
miraba... oblicuamente. Notabas como subía el tono de su piel a un rojo pasión
que te indicaba peligro inminente. Enmudecías (porque una buena pelea requiere
una banda sonora, muy sonora y, en los minutos previos a la entrada del adulto en
cuestión, habías elevado la voz a cotas que habrían sido la envidia de Pavarotti).
Y, durante unos segundos, esperabas que no hubiera escuchado los insultos que
os habíais proferido a voz en grito,. Pero los había oído. Alto y claro. (Él y
la población ilicitana en un radio de cinco kilómetros). Y, para contrarrestar,
te susurraba el castigo, flojito (tipo serpiente de cascabel) y tú lo acatabas…
Como ahora. El mismo respeto: la última vez que reñí yo a mis hijos porque
discutían, se miraron el uno al otro, y mantuvieron esta conversación, ante mi
: “¿Nos está riñendo?.” “Sí. Está mona cuando se enfada, ¿eh?”.”Se le ve más
rubia.” “Eso es por el contraste. Está colorada”…Colorada y ojiplática.. Si
esa escena la hubiéramos reproducido mi hermana y yo ante mi progenitor, le da
una apoplejía…
Yo no
soy de las que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. De hecho, no tengo
muy claro si eran tiempos más inocentes o más ignorantes. O si la inocente e
ignorante era yo. Hay cosas que no
habría cambiado. El precio del pan, por ejemplo. Y me explico: hoy he ido a comprarlo. Eso en sí ya debería ser
noticia porque las labores cotidianas y yo no nos llevamos bien. Me he agenciado tres panecillos minúsculos.
1.80.- €. Y me he ido tan feliz. Pero mi felicidad es como aquella del
extranjero al que le dices: “¡¡¡Vaya cara de empanao que tienes, so guiri!!!”,
mientras le sonríes y le das golpecitos
amistosos en el hombro (yo nunca lo he hecho, pero me lo han contado)… Oye, ha sido
traducirlo e indignarme: ¡¡¡Trescientas pesetas!!!... Lo de “La espiga de Oro”
va a ser verdad… Pero hay otras cosas que han evolucionado hasta hacerse
maravillosas: los wonderbra (pura ingeniería), poder comprar por Internet cosas
glamourosas y fantásticas con atención personal (Pura suntuosidad. Mi
preferida, con diferencia: www.divavanitas.com.
Un vicio), las bebidas energéticas (pura
adrenalina), los microondas (pura brevedad), las carreteras (pura comodidad),
los móviles (pura comunicación), los zapatos cómodos de tacón imposible (sólo si
son de Pura, claro)…
Y hay mil
cosas que se mantienen inalterables: las chuches, las calles del Monopoly, los
Peta-Zetas (no sé si incluirlos como chuches, como condimento culinario o como
material explosivo), los bolis BIC, las pipas, el chocolate con churros, el Pan
Arabo de Trento, la Catedral
de Burgos (digo yo)…
Sentir
nostalgia del Pasado es humano, más que nada porque ha sido una época que hemos
sufrido, disfrutado y superado y el Presente y el Futuro son incertidumbres que
sugieren el miedo a lo desconocido, mezclado, eso sí, con la expectativa de
cambios positivos. En cualquier caso, emocionante. Es cierto que yo soy
optimista por vocación (que no por naturaleza: que conste que he trabajado
mucho la visión alegre de las cosas porque creo firmemente que es cuestión de
práctica) pero mis conclusiones están basadas en hechos. Hay crisis, pensaréis
más de uno. Lo sé. Pero también sé que
la mayoría de quienes leéis esto tenéis móvil con wifi (y puede que más de
uno), y wifi sin móvil, y tablet, y ordenadores, y aire acondicionado, y gas
natural, y todas las consolas del mundo, fijas y para llevar... No es lo mismo no
llegar a fin de mes sin caprichos que no llegar con gastos de rico. Menos
quejas y más coherencia. Y no es coherente ver en el mismo muro de Facebook
cartelitos (esos cartelitos me van a dar para otro blog con muchas, muchas
aristas) lamentando la crisis,
reivindicando medidas anárquicas, junto con fotos celebrando comidas familiares
en el chalet , brindando con cava del bueno (eso lo he visto yo). No es que
esta crisis sea peor que otras a lo largo de la Historia , es que somos
más blanditos (yo la primera). Esta crisis limpiará costumbres insanas y dejará
al descubierto a negligentes con capacidad de mando (o incapacidad de mando, si se prefiere, pero con oportunidad de ejercerlo). Y, a poco que seamos medianamente
congruentes, saldremos mejorados. Regodearse en el barro nos ensucia. Hay que
salir del charco, ver con perspectiva sus dimensiones y empezar a drenarlo,
secarlo y limpiarlo. Empezando por los barrizales propios. Y, si no se sabe
cómo, se pregunta al que le va bien (y con “al que le va bien” no me refiero al
que tiene medios económicos sino al que se le ve contento, feliz o,
simplemente, tranquilo, tenga o no tenga dinero). Y que quede claro que soy
consciente de que es mucho más fácil estar contento, feliz o tranquilo con
dinero que sin él pero que, si éste falta o no es suficiente, también es
posible, manteniendo esa perspectiva imparcial a la que hay que aspirar. Todos
a leer “El Arte de la Guerra ”,
del chino ese (que nooo, que es de Sun Tzu… Es que la rubia que llevo dentro
quería manifestarse). Y si no sacamos ningún provecho de esa lectura, al menos,
en el tiempo que has invertido en leerlo, no has hecho gasto (¿veis?: actitud
positiva)…
Así que
ya sabéis mi opinión: es bonito acordarse con cariño del pasado siempre que eso
no te impida disfrutar de las fantásticas cosas que tiene el mundo actual y
trata, cuando cuentes batallitas de otros tiempos (aunque sea de antes de ayer), de hacerlo con
un toque de anécdota que compense la diferencia que seguro existe entre lo que recuerdas
y lo que realmente ocurrió.
Sin
minimizar la crisis, acordaos de que todo es relativo. Os reitero (anteriormente
fue por Facebook) lo que me sucedió una vez con mi hijo pequeño: estaba muy
preocupada por un problema al que no le veía salida. Ariel estaba junto a mí, ambos
sentados en el sofá que hacía “L”, cada uno en un ala, en ángulo de 90º (no se
me ocurre otra forma de explicarlo), me hablaba y no le escuchaba. Cuando se
dio cuenta de que yo estaba en mi mundo fangoso, me preguntó sobre lo que me
ocurría. Le dije que tenía dificultades para encontrar la solución a un dilema.
Me miró, se acercó a la mesa que estaba ante nosotros, cogió un folio y dibujó un 8. “¿Qué ves?”, me cuestionó el sabiondo.
“(Ésta me la sé, pensé yo). Un ocho”, le contesté. “Pues yo veo un infinito. Es
cuestión de cambiar la perspectiva”…
Estrenamos
año, eso es inevitable. Estrenar perspectiva es una opción. Yo creo que la
buena, si hemos sido de los quejicas…
Te has hecho de rogar, pero ha valido la pena!
ResponderEliminarMuy buena entrada para comenzar el año!
Que bueno que volviste.
ResponderEliminarMe apunto a la teoría de Ariel, el 8 hayque verlo acostado.
Se puede decir mas alto pero no mejor, ni mas gracioso.
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